La relación entre el hombre, los animales y la naturaleza adquiere un significado especial en esta zona de la Tierra. Es en una inmensa granja en el centro de las inconmensurables llanuras de Alaska del sur donde encontramos a Michael, un ganadero apasionado de los bueyes almizcleros, animales salvajes con un denso pelaje. «Probablemente lo más importante de la granja no es necesariamente lo que hacemos, sino cómo lo hacemos».

«Creo que una de las cosas más interesantes de los bueyes almizcleros es su increíble resistencia al paso del tiempo. Tienen resistencia, son fuertes, pasan los inviernos a 80 grados bajo cero y con vientos increíblemente fuertes sin necesidad de comer y son capaces de sobrevivir de alguna manera».

La dedicación y la pasión con la que trabaja Michael para domesticar a estos animales es tangible, cada una de sus acciones transmite un sentido de profundo respeto hacia ellos. Lo acompañamos durante un día normal a la granja, donde cada gesto oculta una ritualidad atenta.