Se acabaron los cactus en el horizonte. Ahora son yubartas, ballenas y delfines: hemos llegado hasta la parte más meridional de Chile, a dos pasos de la Antártida. «Este es el último faro del estrecho de Magallanes, uno de los más remotos y aislados del mundo», nos explica Nicolás Lira, arqueólogo marítimo que divide sus estudios principales entre la navegación precolombina y los restos de la industria ballenera que estalló en la región de Magallanes en torno al siglo XX.

«Para mí, ser arqueólogo es muy importante. Y poder sumergirme haciendo mi trabajo en este lugar es algo maravilloso y perfecto». El proyecto científico y de educación medioambiental, creado junto con Matteo y Miguel, es transformar el faro en un museo local sobre los gigantes de la zona: las elegantes, imponentes y frágiles ballenas, cuya caza en esta zona era muy popular a principios del siglo XX.